Shannon y Bilal al final de la breve ceremonia.
Shannon y Bilal habían estado juntos durante años y ya eran una familia con tres hijas. Su ceremonia fue tanto un vínculo familiar como un voto entre una pareja, y buscaron integrar a sus hijas en su ritual siempre que fuera posible. Como yo era el fotógrafo, su madre era la única invitada oficial. Una de las cosas que me encantan de las bodas tan pequeñas es que nadie puede hacer nada malo; no hay audiencia, no hay expectativas o razón para sentirse cohibido. Los votos aún tienen peso, pero las celebraciones tienden a sentirse muy ligeras y sin preocupaciones. Me encanta la intimidad, ser testigo de algo tan profundamente personal, ser los ojos de los demás.
Me siento honrado de cubrir estas bodas más pequeñas. Estoy allí para grabar, pero la línea entre el fotógrafo y el testigo/invitado se difumina un poco. El hecho de que el círculo sea tan pequeño hace que se sienta como un privilegio ser invitado a entrar. Creo que las parejas aprecian que me tome la documentación de su ritual tan en serio como un asunto mucho más grande, el único registro visual de un día tan importante.
