Los novios caminan de la mano hacia la Oficina de Registro de Positano, donde tendrá lugar su ceremonia civil.
Para esta pareja, su boda no era un día que quisieran compartir con el mundo. Más bien, era una celebración que querían guardar para ellos mismos, una en la que podían sumergirse completamente en el momento, concentrarse únicamente en su amor mutuo y crear recuerdos íntimos que atesorarían toda la vida.
En lugar de planear una gran y lujosa aventura, los novios se fugaron a Positano, Italia. La boda tuvo lugar en el Hotel Maricanto, y estaba previsto para la misma fecha en que se casaban los padres de la novia. Dado el hecho de que sus padres lamentablemente fallecieron hace solo tres años, esta se sintió como una oportunidad para que la pareja los incluyera en su día.
En un entorno mágico donde pudieron disfrutar de vistas panorámicas del pueblo y la bahía, esta pareja pudo absorber al máximo los momentos en los que se convirtieron en marido y mujer.
